Lo primero que hay que entender es que ningún medio es objetivo. Cada medio replica en su línea editorial los intereses de sus propietarios. En estricto rigor eso es Libertad de Prensa. Un concepto liberal que se sustenta en el derecho de propiedad: En el medio de mi propiedad, publico lo que yo quiero y lo que yo digo será mi verdad (este atributo no tiene juicio de valor ni positivo, ni negativo, simplemente muestra lo que todos los medios son). Pero ello, tiene su costo.
De lo anterior, no sorprende la crisis que actualmente afecta a los medios de comunicación chilenos, tanto de televisión como medios escritos. Todos anclados en un enfoque editorial de los años 80, con surte en los 90, y atados a un conservadurismo decimonónico.
5 años atrás en mi proveedor de cable Canal 13 ocupaba la señal 21; y Canal 13 censuraba toda en su programación para adultos. Pasabas al canal 22 y junto con cambiar de canal, viajabas en el tiempo al siguiente siglo. E! Entertaiment y su famoso Wild On!, donde la premisa era la locura máxima en entretenimiento para adultos. Así de soberanamente absurda era y aún lo sigue siendo la programación de la TV chilena.
En la vieja teoría para entender las comunicaciones bastaba un emisor, un medio o canal y un receptor para completar el proceso. La transformación del receptor en un PERCEPTOR, estrella de narices el viejo modelo de las comunicaciones. Además de recibir el mensaje, ahora el individuo también es capaz de interpretarlo, por tanto, asignarle un valor. Es aquí donde los medios nacionales están haciendo agua por todos lados. No basta con entrevistar al fulano o fulana de moda, sino que los entrevistados realmente sean competentes con el tema. Aburre hasta el extremo ver programas políticos centrados en el empate. Aburre hasta el sopor ver el mismo portonazo en cada uno de los noticieros y llega a dar nauseas de ver el mismo hoyo en la Alameda reporteado en todos los matinales. A quién con dos dedos de frente le podría atraer semejante programación. Al menos, yo no.
La emergencia de competidores como la televisión por cable y aplicaciones de Smart TV ponen a disposición una amplia oferta de consumo cultural inmensa donde poder elegir (el poder elegir es uno de los pilares de nuestro modelo de desarrollo). Más aún, en el caso de los medios escritos, diarios y revistas de papel couche, que testarudamente continúan entrevistando a gente que no le interesa a nadie, o se han transformado en panfletos. La respuesta lógica será que nadie las lea. La emergencia y consolidación de medios de noticias alternativos y el acceso a medios de noticias de otras latitudes han ampliado el consumo de noticias y reportajes. El modelo editorial de El Mercurio (por poner un ejemplo) solo es atractivo para los amigos de El Mercurio; fuera de ese círculo sus editoriales solo sirven para encender la estufa. Recordemos que ahora tenemos un perceptor. Sujeto que es capaz de interpretar las comunicaciones y por tanto, valorizarlas.
Un ejemplo del Estado del Arte: Tras el último bombardeo gringo a Siria quedó de manifiesto la pauperización de los medios nacionales, diarios, tv, y revistas. Revisados todos; todos terminaron haciendo “copy paste” a 2 o 3 fuente de noticias (Agencias de Noticias) y sería. Lees una noticia en un medio X y date por enterado que todos los demás dirán exactamente lo mismo. La noticia cabe ya en la definición de propaganda. En ese contexto, resulta mejor salir a leer medios de otras latitudes.
En la TV, la era de las “Vacas Sagradas” se terminó. El “Star System”, en la que se sustenta nuestra TV está caduco; aburre y es una soberana lata ver a un sujeto sobrevalorado hablando cosas de las que no sabe nada. En la oferta de medios de afuera las estrellas casi no existen, solo comunicadores anónimos que se construyen un nombre gracias al valor de lo que comunican. El foco está en el valor del mensaje, el sujeto bien podría ser una piedra.
Continuar sosteniendo la programación para hablarle a la Sra. Juanita, no genera ningún interés más allá de la Sra. Juanita. El problema es que a la Sra. Juanita de hoy tampoco le interesa lo que le ofrecen. Sin embargo el diseño de la programación de la TV nacional persiste en comunicar para las Señoras Juanitas de Chile, y tenemos lo que tenemos: Todos viendo cable o aplicaciones en las Smart TV.
Lo único que puede salvar a la televisión de Chile es su migración a la televisión digital, diversificar su oferta de programas y deshacerse de las “Estrellas”. Cuestan muy caro y están out!.
Lo único que puede salvar a los medios de prensa es su especialización por nichos, y dejar de servir de panfletos. Lo panfletero mato a la Revista Que Pasa: Quién más le sigue,…. ?
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